Cuando, el próximo viernes, se cumplen dos meses de funcionamiento del ‘nuevo’ Gobierno de coalición, Pedro Sánchez tiene ante sí no pocos quebraderos de cabeza que quién sabe si le dejan o no dormir. La irrupción incontrolable del coronavirus será la última prueba de si sabe o no comportarse como un estadista. Pero el coronavirus, aunque dejando tras de sí un reguero de catástrofes económicas, pasará. La espoleta que abrirá una severa grieta en la estructura del Ejecutivo de coalición y progreso puede que tenga efectos más retardados; porque, sin duda, los desencuentros registrados en la semana que concluye, que se han centrado quizá precipitadamente en los vicepresidentes Carmen Calvo y Pablo Iglesias, van a producir efectos nocivos en la estabilidad gubernamental tan trabajosamente conseguida.
vía Europa Press – Resultados de búsqueda